Esperar en Dios
Como Abraham, nosotros debemos creer las promesas de Dios, pero preferimos los resultados inmediatos. O que las cosas sean a nuestra manera. Pídale al Señor que le dirija, y espere en Él. Lo que Él haga quizás no sea lo que usted quiere, pero será siempre lo mejor
Salmo 27.14.
Nuestra cultura es una sociedad de “lo inmediato”. Gracias a inventos como la computadora y el microondas, estamos acostumbrados a los resultados rápidos. Un ritmo acelerado no es necesariamente malo, pero debemos evitar buscar siempre la realización inmediata de las cosas, sin esperar el tiempo de Dios. Este problema es muy anterior a la era de la computación.
En Génesis 15.4, 5, Dios le dice a Abraham que, aunque él y su esposa Sara eran demasiado viejos para tener hijos, de él nacería una gran nación. Abraham le creyó a Dios, pero pronto decidió tomar el asunto en sus manos. Se llegó a Agar, la sierva de Sara, para que ella pudiera tener el hijo prometido (Gn 16).
Es probable que Abraham justificara su decisión, al pensar que el Señor quería que tuviera un hijo. ¡Puesto que era imposible tenerlo de otra manera, eso era seguramente lo que Dios quería que hiciera! Pero no era así. Abraham tuvo que cargar con las consecuencias de sus acciones: celos, resentimientos y hostilidad entre Sara y Agar. Estos problemas, a su vez, crearon después más dificultades, tanto a corto plazo como a lo largo de la historia.
Pero el Señor fue fiel, y catorce años después Sara tuvo un hijo. Pero las consecuencias de la decisión de Abraham de ignorar el plan de Dios están todavía con nosotros. Los dos muchachos llegaron a ser padres de dos naciones que siguen en conflicto hasta el día de hoy.
Como Abraham, nosotros debemos creer las promesas de Dios, pero preferimos los resultados inmediatos. O que las cosas sean a nuestra manera. Pídale al Señor que le dirija, y espere en Él. Lo que Él haga quizás no sea lo que usted quiere, pero será siempre lo mejor.
Abraham no esperó que Dios le diera un hijo, sino que tomó las cosas en sus manos. Su decisión de no esperar el tiempo y el método de Dios revelan varias cosas acerca de él.
Primero, fue impaciente. Segundo, dudó. Aunque creía que Dios le daría un hijo, al pasar el tiempo sintió que se le estaba yendo la oportunidad. Tercero, fue orgulloso. Abraham quería que las cosas se hicieran a su manera, y creyó que la de él era muy buena. Por último, fue egocéntrico.
Al actuar sin la dirección del Señor, Abraham mostró que esperaba que la voluntad de Dios girara alrededor de él. En realidad, estaba saliéndose del plan del Padre celestial.
Cuando decidimos manipular las circunstancias o el tiempo de Dios, vemos estas mismas cosas en nosotros. Lo que debemos hacer es esperar en el Señor, quien tiene un plan y un método, que fluyen de su amor y su sabiduría. Dios sabe qué es lo mejor, y nuestra tarea es buscar su dirección y depender de Él.
A veces, sabemos lo que Dios va a hacer, pero no estamos seguros de que actuará. Otras veces, no estamos seguros del resultado. Sin embargo, podemos tener la confianza de que Dios nos ama y que Él es todopoderoso. Si entendemos de verdad quien es el Señor, podremos confiar en Él; y si lo hacemos, podremos esperar por su tiempo perfecto.
Dios hace una promesa, la fe la cree, la esperanza la aguarda. y la paciencia espera tranquilamente su cumplimiento. ¿Tiene usted suficiente confianza en el Señor para esperar con paciencia su tiempo y su voluntad?
¿Qué reacción nos das?